
“Los Hombres Buenos”. Así se llamaron inicialmente, aunque ahora los conocemos como cátaros, albiguenses (por la ciudad de Albi) o merovingios. Se asentaron en Europa a mediados del Siglo X y en especial en la zona del Languedoc – Rosellon y Midi Pirinées en Francia.
Pero, ¿Quiénes fueron en realidad los cátaros?
Son cientos las novelas escritas, las historias y leyendas al respecto porque no contamos apenas con documentos sobre esta parte de la historia salvo los que escribieron los vencedores.

La historia nos descubre un grupo de personas, cansadas de convivir con una iglesia católica que destilaba opulencia, se enriquecía y derrochaba de forma vergonzosa dando la espalda al pueblo y olvidándose de sus problemas. Estos hombres y mujeres decidieron llevar una vida asentada sobre en unos valores morales basados en la paz, la austeridad, el trabajo, la verdad, la cooperación y la abstinencia sexual… estos valores surgían de una teología dual que creía en la creación de la tierra por parte Dios, pero que era incapaz de aceptar que ese mismo Dios hubiese creado a un hombre despiadado, egoísta y pecador; solo el mismísimo Diablo podría haberse encargado de tal trabajo. Por ello se agruparon, convivieron durante años fieles a sus creencias, llevando hasta el último término sus bases morales con el fin de huir de la reencarnación que condenaba al pecador, hasta alcanzar la salvación y convertirse en Perfectos, el estado de pureza.
La iglesia enseguida los vio como un peligro y fueron perseguidos durante siglos, tratados como herejes, torturados y asesinados de manera cruenta y horrible en nombre de la religión, en aras de acabar con todos los vestigios que estos Hombres Buenos fueron dejando durante siglos.

Aún así, muchos son los lugares en esta zona de Francia que aún hablan de ellos: Castillos cuyas paredes guardan leyendas de honor y de fe; iglesias que desafiaron los poderes de otra iglesia mucho más mezquina y despiadada; casas que albergaron y dieron calor a personas que solo buscaban la salvación a través de buenas acciones como el rezo, ayuno, trabajo…pueblos que albergaron a los cátaros que huían del asedio y que fueron destruidos por ello.
Vamos a hacer un viaje que consta de dos partes. Hoy proponemos un viaje por Midi Pirinées que nos transporte diez siglos atrás. En el siguiente post descubriremos la segunda pieza clave de nuestro viaje. Comienza nuestra Ruta Cátara
Tolouse, primera pieza central de nuestro viaje
Toulouse, bien merece una jornada completa para visitar todos sus sitios y monumentos: el conjunto conventual de los Jacobinos, la Catedral, el Capitole y su inmensa plaza como mínimo. Entre las callejuelas del Casco Viejo de la Ciudad Rosa, emerge La Basílica de San Saturnino que está dentro de la red de los Caminos de Santiago y es Patrimonio de la Humanidad e la UNESCO.
Una vez visitado Toulouse, desde allí nos moveremos hacia pueblos cercanos llenos de historia y encanto. Pueblos como Albi, situado a 76 kms al noreste, que acoge la Catedral de Santa Cecilia, de aspecto gótico y fortificado. Merece la pena también recorrer las calles adyacentes al mercado y terminar en el Pont Vieux que ofrece una vista completa de la ciudad sobre las aguas del río Tarn

A 25 kms al noroeste de Albi nos espera Cordes-Sur-Ciel, que se eleva ante nuestros ojos esperándonos desde lo alto de la Atalaya. Allí el reloj se paró en el siglo XIII y sus calles empedradas te sumergen en el ambiente medieval: murallas, fachadas esculpidas y joyas arquitectónicas en forma de casas góticas que antaño fueron residencias de los antiguos mercaderes como la Maison du Gran Veneur. Y algo muy importante: no puedes irte sin probar los famosos croquants aux amandes, pequeñas galletas crujientes hechas con azúcar, clara de huevo y almendra tostada.

Hay otros 3 pueblos que nos van a marcar la ruta para otra excursión de jornada completa desde Toulusse: Moissac nos propone descubrir el trabajo de los monjes a través de la Abadía de Saint Pierre, que tuvo su época de oro en los siglos XI y XII.

La segunda localidad es Cahors, que surge del majestuoso Valle de Lot, donde el río del mismo nombre traza una de sus más bellas curvas. A la llegada a la ciudad, el puente de Valentré nos lleva hasta la Catedral de Saint Etienne que cuenta con un impresionante claustro de estilo gótico flamígero. Pero lo mejor es pasear por las calles de Cahors un miércoles o un sábado y toparnos con su mercado, un regalo para los sentidos donde podemos encontrar nueces del Perigord, los quesos de Rocamadour, cordero de Quercy o los vinos de la denominación de origen Cahors, de donde es originaria la uva Malbec que produce el “vino negro”, típico de esta zona y que se caracteriza por ser un vino de capa alta, muy intenso y con carácter.

Organizamos nuestras compras y continuamos. A la salida de Cahors, una carretera sinuosa y jalonada de acantilados, desemboca en un espectáculo de belleza inolvidable: St Cirq Lapopie, un pueblo medieval intacto que se abraza al acantilado 100 metros por encima del río. Calles empedradas, puertas fortificadas y malvarrosas nos transportan a la vida en tiempos pasados. El pueblo fue adoptado por numerosos artistas surrealistas que encontraron aquí su lugar de inspiración. Merece la pena llegar hasta allí.

Y aquí termina nuestra primera propuesta por esta zona en donde tiempo atrás vivieron unos Hombre Buenos que terminaron muriendo por sus ideales y por una fe que adoraba al mismo dios que sus propios verdugos y que hoy alberga un conjunto de pueblos y ciudades de infinita belleza enclavados en un entorno natural incomparable. Nuestra siguiente cita será en Carcassonne y sus alrededores, la otra pieza clave de nuestra Ruta Cátara. No te pierdas el siguiente post!
Una ruta sin duda ideal para grupos de viajeros que gusten de combinar historia, gastronomía y naturaleza.
Sendas este año también ha incluido la Ruta Cátara dentro de su Catálogo de Europa para Grupos de adultos.
Recuerda que #Sendastelleva
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